jueves, 30 de noviembre de 2017

Frank Fernández descubre a un cubano Maestro del piano.


Frank Fernández
Por: Onis Yissel Ruiz (estudiante de Musicología. ISA)

Hablar del piano en Cuba, de la música de concierto en Cuba, de la escuela cubana de piano, o de la enseñanza de ese instrumento y de sus múltiples frutos y proyecciones a escala nacional e internacional, nos haría crear nuestro propio círculo de protagonistas. Sin embargo, podría preguntar qué cubano no incluiría en él su nombre. Entonces, Frank Fernández, resonaría nuevamente entre notas y arpegios pasando por sus manos, y tantos y perfectos sonidos musicales, cual mágica aureola, nos presentarían una vez más  su maestría y su amor por el piano, por su país, o nos contarían de sus empeños por brindarnos a todos, desde su visión, la música de Cuba y del mundo. 

Un tiempo antes de realizarse esta entrevista, Frank Fernández había sido invitado al reestreno de la sala Bolshói, la Gran sala del Conservatorio P. I. Tchaikovski de Moscú. De obligada mención en la historia del piano, esa sala no sólo ha recibido en sus predios a los más grandes pianistas del mundo de todas las épocas, según palabras del propio maestro, sino que también está considerada entre las seis salas de concierto de mejor acústica del mundo.

En esa ocasión, Frank Fernández fue invitado por su profesor, el notable pianista Víctor Merzhánov –toda una institución de la escuela rusa de piano- a impartir clases magistrales en el mismo conservatorio en el que, décadas anteriores, cristalizó su formación como pianista “de concierto”. De esta forma, el pianista cubano se convertiría en el primer graduado del Tchaikovski de Latinoamérica al cual se le invita a dictar una clase magistral. Entonces, Frank Fernández regresó a Moscú.

Al comentarnos sobre la experiencia luego de haber alcanzado gran éxito con su interpretación del Concierto para piano No.2 en do menor del compositor ruso Serguéi V. Rachmáninov junto a la Orquesta Sinfónica de Moscú; y sobre el resultado excepcional que dejó en el Conservatorio su proyección en las clases magistrales, con la petición de que regresara cada año a dictarlas en la escuela más fuerte de piano del mundo, el maestro mostraba su emoción y satisfacción. Su tono conversacional tenía el cuidado de cada detalle en su afán de hacer llegar al lector sus ideas con claridad, y ofrecer una visión integral de cada elemento, más allá del hecho en sí mismo.

Frank Fernández: Haber sido invitado a la sala Bolshói del Conservatorio Tchaikovski, en la cual ya he tocado en seis ocasiones y con una tradición histórica de esa categoría ya era una cosa extraordinaria, pero lo que desde mi punto de vista, y el de muchos críticos y personas especializadas, constituye el homenaje más importante es la restauración que le acaban de hacer.

A mí me habían dicho ya que en la restauración se proponían  mejorar esta acústica, yo me emocioné, pero no lo creí en realidad, yo hoy te puedo asegurar que lo lograron. Las grandes acústicas –que,  para los no entendidos, los no acostumbrados a estas palabras, se refiere a la respuesta sonora, a cómo responde un local a la producción del sonido de una orquesta, de un piano, de un instrumento solista, de un vocalista, o de un coro- son algo muy cotizado, muy respetado y muy valorado. Hay mucha gente que dice que las salas suenan por si mismas, yo creo que es cierto.

En este año que la acaban de restaurar, ellos decidieron invitar a los artistas que consideraban merecedores de este honor, y yo fui seleccionado para la reapertura, hasta ahora el único latinoamericano que fue elegido, no te puedo asegurar si habrá otro durante este año. Han sido invitados la Filarmónica de Viena, la  Filarmónica de Pekín, Daniel Barenboim, Gideon Cremer con Marta Argerich, y otras personalidades de alto nivel.

Esto ha sido una experiencia extraordinaria para mí, que considero un premio no solamente a mi persona, sino a la pianística cubana, a la escuela de piano cubana, joven, incipiente, que a pesar de no ser comparable todavía con la escuela rusa o la escuela francesa, si es un hecho indiscutible que tenemos que agradecer a tantos pianistas desde Ignacio Cervantes en el siglo XIX, hasta los más contemporáneos.

…de las clases magistrales en el Conservatorio de Moscú…
Frank Fernández: El segundo elemento que ha hecho de esta presentación algo que no soñé que se pudiera dar, es que fui invitado a dictar una clase magistral por mi maestro Víctor Merzhánov, una leyenda viva de la escuela rusa de piano, gran pedagogo y pianista, al que acaban de otorgar una de las cátedras de piano del Conservatorio Tchaikovski.

Él propuso a la dirección del conservatorio y al claustro de piano que yo dictase una clase magistral, y no sólo fue aprobado, sino que excepcionalmente, además de convertirme en el primer graduado del Tchaikovski de Latinoamérica al cual se le invita a dictar una clase magistral, el tema me lo dieron libre. De alguna manera pensé, quizás por complejo campesino, o por el colonialismo mental a que nos tienen acostumbrados a los latinoamericanos,  que solamente les iba a interesar a los europeos, a la escuela rusa que es la más grande y más fuerte de piano, el mundo de la música que para ellos es llamada exótica, el mundo que tiene que ver con los elementos nacionales de América Latina. Pero el profesor Sokolóv, rector del conservatorio, al cual le envío un extraordinario saludo de agradecimiento y de cariño, dijo:

Sokolóv: - No, no, el maestro Frank Fernández escoge el tema sobre la música que más le interese, y en ningún caso estamos esperando que sea música desconocida para nosotros, al contario, nos interesan sus versiones porque, si él ha logrado tocar la música rusa de un Rachmáninov y un Tchaikovski al mismo nivel de los mejores exponentes de la escuela rusa, a nosotros nos interesan sus puntos de vista.

Frank Fernández: Y yo escogí, ni corto ni perezoso, los cinco conciertos para piano de Ludwig van Beethoven.

Para la clase magistral se hace un llamado a los alumnos, y de los que se matriculan se escogen los que más interés reporten a la audiencia. En este caso se seleccionaron a dos pianistas fuertísimos, un alumno ruso del tercer año, ganador del primer premio del concurso del Conservatorio Tchaikovski del año anterior: Vladimir Sishkov, y un pianista recién graduado que ya tiene dos premios internacionales: Andrei Alexandrovich.
Uno de ellos escogió el segundo concierto de Beethoven y el otro escogió el quinto, “El emperador”. Lo más difícil para mí, no se si fue tener la presencia de mi maestro en primera fila, el tener ahí a ese hombre de tanta sabiduría, de tanto dominio, o el hecho de que yo había terminado la noche anterior el concierto de Rachmáninov con la Orquesta Sinfónica de Moscú sobre las diez de la noche; y la master class era a las dos de la tarde del día siguiente al concierto.

Al concluir la clase magistral de Frank Fernández, el maestro Víctor Merzhánov expresó sus impresiones sobre el desempeño de su alumno cubano:

Víctor Merzhánov: Me he sentido espléndido ante lo extraordinario. No siempre tenemos la oportunidad de apreciar en un antiguo alumno, de otro país, de otra cultura, tantos años después, la fuerza con que se mantiene vivo el espíritu y el estilo de este conservatorio. Comprobar en el tiempo la profunda y total comprensión de lo que entregué a mis alumnos y verlos devolviendo eso mismo a los jóvenes, con tantos detalles, con tanta pasión, es un privilegio que agradezco a Dios.

Frank no es sólo un Maestro en el piano, es también un excelente pedagogo. No es extraño que él haya formado para Cuba a tantos pianistas laureados internacionalmente. Lo más importante para mí en este momento, a mis más de noventa y dos años, es tener la certeza de que en la querida Cuba, en la Isla de la libertad, siga vivo, a través de Frank, lo mejor del espíritu de la escuela rusa de música.    

Frank Fernández: Es muy difícil decirte si lo más importante del viaje a Moscú es haber tenido que enfrentarme a dos pianistas fuertísimos con el mundo beethoveniano sin haber ni siquiera repasado un poquito, aunque yo estaba trabajando en Cuba los cinco conciertos de Beethoven porque a mi regreso de Moscú tenía que empezar a grabarlos con la Orquesta Sinfónica Nacional bajo la dirección del maestro Pérez Mesa. O es que lo más importante es el haber tocado el concierto más ruso de todos los conciertos, porque yo quiero que los lectores sepan que no es Tchaikovski el compositor que los rusos consideran más representativos de ellos, lo aclaro porque yo pensaba que era así. Me sorprendí cuando supe que para los rusos el compositor que más expresa el alma rusa es Serguei Rachmáninov, entonces era no sólo ir a bailar a casa del trompo, era ir a bailar a casa del trompo, y el trompo que tenía que bailar era el del rey de los trompos. Fue muy hermosa la experiencia, y ver a mi maestro y escucharle decir esas cosas fue extraordinario.

Durante la entrevista, Frank Fernández compartió algunos de sus criterios sobre el desarrollo de la escuela cubana de piano en la actualidad. Además, analizó alternativas y acontecimientos que influyen en los procesos de formación académica y desempeño profesional de nuestros pianistas, y las formas en que éstos inciden en la pianística cubana en general.

Frank Fernández: A mí me parece que la enseñanza artística en general siempre depende, en todos los países del mundo, de las situaciones económicas de esos países. Cuba está atravesando por una crisis económica que no cabe duda que también le ha llegado a la parte, no tanto de la creatividad, que yo creo que se mantiene limpia, pura y fresca, si no de la realización y de la formación.
Tenemos extraordinarios alumnos y profesores, muchos han emigrado en busca de  soluciones más que nada económicas, eso creo que ha resentido la formación, y además el hecho de no tener buenos instrumentos. En la época en que yo enseñaba, hace más de veinte años, soy fundador del Instituto Superior de Artes (ISA), los pianos estaban en mejor estado que ahora, yo recuerdo que habían pianos de cuarta y media cola Yamaha en  casi todas las aulas del ISA, tengo entendido que ahora no es así.

Engañarnos con eso, decir que no hace daño, es mentirnos, y no quiero mentirme a mi mismo, en primer lugar, y mucho menos a los demás. Yo creo que eso ha afectado, sin embargo, creo que hay excelentes profesores, que hay excelentes alumnos y lo que a mi me preocupa es qué va a ser del futuro. Porque lo que sucede es que mucha gente que descuella se dedica a otros géneros, que no son el de la música clásica, por razones económicas el 90 %, a mí me lo han confesado talentos importantísimos de la pianística cubana, extraordinarios pianistas que podrían ser de los mejores en cualquier lugar del mundo.

Esto es fundamentalmente porque la música clásica sigue siendo la peor pagada, la peor estimulada. No cabe duda de que para dar un concierto de música clásica tienes que pasarte años trabajando, y en el mejor de los casos, cuando ya tienes repertorio, tienes que estar seis meses estudiando, y en la mayoría de los otros géneros donde interviene el piano, si tienes talento y estás en capacidad de una técnica poderosa, puedes estar una semana sin estudiar seis horas seguidas y con un día o dos de entrenamiento, tú puedes hacer una actuación notable.

En eso influye que en los géneros de la música popular –que son los géneros que se diferencian de la llamada música clásica- se depende mucho de la improvisación. Es  cierto que yo quisiera que la improvisación se incorporara obligatoriamente en la enseñanza regular de la música clásica; pero se ha perdido, y creo que  en ese sentido, nosotros tenemos que beber de los pianistas populares y asimilar muchísimo tanto del mundo sonero, de los jazzistas, como de cualquier género de la música popular, porque la improvisación desarrolla la imaginación, desarrolla la técnica, desarrolla el espíritu, desarrolla el conocimiento. Sin embargo, la realidad es que cuando uno está improvisando, si el pasaje te va saliendo bien con la idea que te dio tu talento, lo continúas, y si no lo cambias. Cuando vas a tocar una sonata de Beethoven tienes que tocar y tienes que repetir las mismas notas que escribió Beethoven, ése es el código de la música clásica, no lo inventé yo, y es también una espada de Damocles, y algo terrible para la preparación, exige mayor rigor y más horas de estudio.

Soy un amante de la música popular y la respeto, y de alguna manera toco algunos géneros, y te digo que “lo importante a fin de cuentas es hacerlo bien, y hacerlo bien es muy difícil, hacerlo mal es muy fácil en cualquiera de los casos, pero yo me refiero a que la preparación física e intelectual en la música clásica es mucho más rigurosa.”

La entrevista se desarrolló en el Estudio FF Sonido de Frank Fernández, justamente a su regreso de una sesión de grabación en los estudios Abdala. Y es que precisamente en estos momentos, el maestro se encuentra realizando, junto a la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, dirigida por el maestro Enrique Pérez Mesa, un proyecto discográfico que, licenciado por el sello Colibrí, recogerá la interpretación de la integral de conciertos para piano de Beethoven. 
De gran complacencia fue presenciar la ilusión del maestro Frank por el proyecto, y que nos comentara sobre la magnitud del esfuerzo que ha demandado por parte de músicos y colaboradores, mientras nos refería la idea original y algunos sucesos relacionados con su importancia para la historia del disco y de la interpretación de la música de concierto en Cuba y en la América Latina.

Frank Fernández: Hace casi cuarenta años, yo fui el primer pianista que hizo en Cuba,  en dos días, la integral de conciertos para piano de Beethoven. Es importante aclarar a los lectores que siempre se habían tocado los conciertos de Beethoven en nuestro país, no fui yo el primero que los tocó, pero hacer los cinco en corto tiempo era un reto no sólo por la dificultad pianística, sino por la dificultad espiritual, psicológica, y por la resistencia física que eso requiere.
Los cinco conciertos de Beethoven son ejemplos maravillosos de lo más grande del clasicismo y del romanticismo. Beethoven es el último gran clásico y el primer gran romántico. Entonces, esto demanda no sólo un gran pianista, sino un estudio más profundo de la obra, si lo quieres hacer medianamente bien. Yo logré hacer eso en el Teatro Nacional, en la sala Covarrubias, y se quedaron quinientas personas fuera, a pesar de que aumentamos el precio de las entradas. Y subimos el precio y se llenó.

Se le hizo muy buena divulgación, tuve mucha ayuda de las revistas especializadas, de la prensa, la radio y la televisión. La promoción giraba en torno a una verdad indiscutible: usted puede ver en dos días, que es muy poco tiempo, la evolución de un siglo a otro. Eso despertaba la curiosidad de los públicos, y yo tuve esa dicha. Desde ese momento soñé con poder hacer la integral.

Es una tarea compleja, máximo cuando la Sinfónica Nacional lleva mucho tiempo sin sede, debido a la reparación del Teatro Amadeo Roldán. Esto ha hecho daño, pero yo creo que cada día, gracias al maestro Pérez Mesa, a la insistencia, a los grabadores Julio Pulido y Giraldo García, excelentes ingenieros de sonido, al equipo de producción, a Maricel Viera y Grethel Tallés, se está empezando a lograr un clima de excelencia que espero termine así.

Estamos grabando la primera parte en los estudios Abdala y haremos la segunda parte, las cadencias, las ediciones, las masterizaciones aquí en mi estudio. Es una tarea de la cual no me gusta hablar demasiado porque es un reto, no sólo porque es la primera vez que se está haciendo en Cuba, sino porque en Latinoamérica no conozco la grabación de estos cinco conciertos por un mismo pianista con la producción de disqueras nacionales. Pretendemos hacer CD-DVD, y les puedo decir que estoy poniendo alma, corazón y vida, y un poco más en echarle ganas a esto.

Casi al final de nuestra entrevista, el maestro Frank Fernández envió un mensaje a modo de invitación a los jóvenes lectores de La calle del medio.

Frank Fernández: Les puedo decir a los jóvenes que leen este periódico que no se dejen engañar por lo que les cuenten, que se convenzan por ustedes mismos de todo. La música clásica no es necesario conocerla para disfrutarla, para la música clásica lo que se necesita es tener sensibilidad. Para escuchar música de concierto no es necesario ir a la universidad, yo los reto a que vayan a un concierto mío y luego se entrevisten conmigo o publiquen aquí mismo sus experiencias.

Yo tengo la satisfacción de que va mucha gente joven a mis conciertos, no sé por qué me he ganado ese premio, no sé si lo merezco o no, pero lo disfruto muchísimo. Les puedo asegurar, y hay grabaciones que lo confirman, que yo he ido a Colombia a barrios marginales como el barrio de Agua Blanca en Cali, -al que no puede entrar ni siquiera un camión, y el piano han tenido que llevarlo hasta cierto lugar, y luego cargarlo en andas- y he tocado allí música de Franz Liszt, música de Frédéric Chopin, he tocado algunos clásicos latinoamericanos como Luis A. Calvo y Carlos Guastavino, Ignacio Cervantes y Ernesto Lecuona, por supuesto, y han quedado encantados, muchas de esas personas incluso siendo analfabetas.

Refiriéndome a personas no entrenadas, yo acabo de tener el placer extraordinario de haber sido invitado por Silvio Rodríguez a dos barrios llamados marginales, no sé si deba llamarlos así, tal vez deba llamarlos marginados o muy populares, lo que te puedo garantizar es que son barrios de personas que no están habituadas a ir a las salas de concierto. Allí, por una parte a piano solo, y por otra parte con Niurka González, la excelente flautista nuestra, hemos tocado Franz Schubert, Johann Sebastian Bach, Wolfgang Amadeus Mozart, algo de Frank Fernández también y una canción de Gonzalo Roig, y fue de un éxito extraordinario en los barrios Atarés y Pogolotti.

Les quisiera transmitir también que disfruten de todas las posibilidades de la música, que no se dejen engañar o confundir con lo que les impone la comercialidad, el comercialismo, la guerra mediática.

A mí me preocupan muchísimo las demostraciones del mal gusto en las que muchas esferas de la juventud está consumiendo la música. No hablo de ningún género en específico, sino de varios géneros, y creo que si algún valor tiene la música clásica es el de purificar el gusto, el de limpiar el alma. Usted puede oír un concierto de Beethoven o de Mozart, o de Bach, o de Chopin, y eso no le va a inhibir para después ir a bailar a La Tropical. Pero, por favor, si va a La Tropical, vaya a bailar con un grande de la música cubana.

Escojan, no se conviertan en robots, no se conviertan en repetidores de modas, sean seres humanos individuales. Lo más lindo, lo más hermoso que tiene un joven, lo más hermoso que tiene un hombre o mujer es ser uno mismo, y para ser uno mismo lo primero que hay que hacer es pensar y sentir como uno mismo, no como siente el amigo, la amiga, o como lo que está de moda. Prueben, prueben, yo creo que Beethoven no pierde nada con que no lo consuman las nuevas generaciones, los que pierden son las nuevas generaciones.

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